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viernes, 25 de noviembre de 2022

Hello Goodbye (No podemos olvidar)  

En 1972 David Bowie se volvió Ziggy, El Padrino llegó a los cines,Chuck Berry se unió a John Lennon y
a una desafinada Yoko Ono en una presentación en vivo en televisión, unos terroristas asesinaron a un grupo de atletas en los Juegos Olímpicos de Munich, un avión se estrelló en los Andes y los sobrevivientes se vieron obligados a recurrir al canibalismo para sobrevivir y Lou Reed lanzó Transformer, uno de los álbumes más influyentes del rock y su trampolín para pasar de la oscuridad del underground a la luz de los músicos de culto.
Pero hablar de Transformer es también hablar de Bowie, que en pleno goce del éxito de sus geniales y excéntricos Spiders From Mars aceptó producir el nuevo intento discográfico de Reed. Para la tarea se llevó a Mick Ronson (su guitarrista estrella por entonces), logrando así lo que para muchos representa uno de los mejores discos de la década de los setenta. Transformer es un álbum de glam rock, sí, pero no cualquiera: las guitarras, los coros y hasta los vientos se cruzan con las letras salvajes de un Reed que no había cumplido los treinta años. Esa mezcla en mucho se vincula con la notable producción de Bowie.
"Perfect Day", "Vicious", "Walk on the Wild Side", "Satellite of Love" y "Wagon Wheel" son las canciones insignia de Transformer. Drogas, personas transgénero, sexo, prostitución, situaciones cotidianas, son los temas que desarrolla Lou a lo largo de los 11 temas que tiene este disco. Temas controversiales (en su época) que lo consolidaron como un músico fuera de lo común. 
La historia pone todo en su lugar y ya lo hizo con Lou Reed y Transformer, el álbum que posiblemente salvó su carrera y lo convirtió en una leyenda de culto. Lo pueden encontrar en las listas de los mejores álbumes del rock en medios como Rolling Stone, NME, The Guardian y muchos más. A 50 años de su lanzamiento, vale la pena volverlo a escuchar o conocerlo por primera vez.
 

jueves, 18 de marzo de 2021

Hello Goodbye (No podemos olvidar)

El creador del casete, que ayudó también a crear el CD, el ingeniero holandés Lou Ottens, murió a la edad de 94 años el pasado sábado. Creado por Ottens cuando trabajaba para el gigante eléctrico Philips, el casete volvió la música verdaderamente portátil por primera vez y facilitó a una generación de músicos y usuarios la grabación de compilaciones de sus canciones favoritas.
Con sus dos caras y muy fácil de utilizar, se fabricaron más de 100.000 millones de casetes en el mundo durante su vigencia desde la década de 1960 hasta la de 1980 y ha resurgido recientemente en una moda retro. "Es muy triste escuchar que falleció Lou Ottens", dijo Olga Coolen, directora del Museo Philips de Eindhoven, en un comunicado. "Lou era un hombre extraordinario que amaba la tecnología, aunque sus inventos tuvieran inicios modestos", añadió.
Murió el 6 de marzo en Duizel, cerca de la frontera belga, precisó Philips. Nacido en 1926 en la ciudad holandesa de Bellingwolde, Ottens mostró su interés por la tecnología muy joven durante la ocupación de Holanda por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Construyó una radio para escuchar la radio "holandesa libre" Oranje con una antena especial que llamó "Germanenfilter" (filtro de alemanes), porque podía esquivar los inhibidores nazis, señaló el diario NRC.
Ottens entró a Philips después de estudiar ingeniería en la universidad, donde él y su equipo crearon el primer magnetófono portátil, según la compañía. Luego perfeccionó el sistema e inventó el casete en 1962, cuyo primer prototipo era de madera. "El casete se inventó por la molestia que causaba el magnetófono existente, es así de simple", dijo Ottens en una entrevista. Ottens supervisó y dirigió un equipo que desarrolló el disco compacto, producido luego por Philips y el gigante japonés de la electrónica Sony. Se han producido más 200.000 millones de discos compactos desde entonces, señaló Philips. (Fuente: Agencia EFE).


miércoles, 30 de septiembre de 2020

Hello Goodbye (No podemos olvidar)  

Ha muerto Lee Kerslake, el que fue  batería de Ozzy Osbourne y Uriah Heep, tenía 73 años y sufría un cáncer de próstata. Lee formó parte de la  banda  de  Ozzy  en  1980  y 1981  y también participó   en   los   dos   primeros   álbumes   en solitario  de  Osbourne,  así  como  en  un  disco tributo en 1987. Antes de trabajar con Osbourne, Lee Kerslake  fue  batería  de Uriah Heep desde 1971  hasta  1979,  se  reincorporó  en  1981,  y permaneció   hasta  el  2007. En  el 2014,  se  le diagnosticó  cáncer de próstata. Volvió para una  última   presentación con la banda en 2018. Lee grabó la  asombrosa  cantidad de 17 álbumes de  estudio   durante   su   tiempo  con  Uriah  Heep, incluidas gemas como ‘Demons  and  Wizards’, ‘The  Magician’s  Birthday’, ‘Sweet  Freedom’ y ‘Wonderworld’, junto con un puñado de trabajos en directo. Actuando con Ozzy, Kerslake contribuyó a los icónicos discos de Osbourne ‘Blizzard of Ozz’ (que se lanzó en el Reino Unido hace 40 años este mes) y ‘Diary  of  a  Madman’   (que  celebra su  40  aniversario  el próximo noviembre),  junto  con  el  álbum  en directo de Ozzy. ‘Tribute’ y el recopilatorio ‘The Ozzman Cometh’.                                          Kerslake  grabó  con  Ozzy  los discos “Blizzard  Of  Ozz”  y “Diary  Of  A  Madman”,  aunque  fue  despedido  en 1981. Lee Kerslake y el bajista Bob Daisley iniciaron  un  juicio  contra  Ozzy  y Sharon Osbourne en 1998 por no recibir la parte de dinero correspondiente que generaban ambos discos   en años sucesivos a su grabación.                                                                                                                   En las posteriores reediciones sus pistas de grabación fueron eliminadas y reemplazadas por nuevas grabaciones a cargo de Robert Trujillo, bajsita ahora en Metallica y Mike Bordin, que permanece en la formación. (Fuente: diryrock).

sábado, 1 de junio de 2019

Hello Goodbye (No podemos olvidar) 

John Lennon tenía un mensaje para aquellos que estaban ansiosos por saber de qué se trataba su protesta poco ortodoxa desde una cama en Montreal, en la primavera de 1969: Give peace a chance (Sólo dé una oportunidad a la paz).
Todo ocurrió en  la Suite 1742 del hotel, que sigue siendo un santuario. John y Yoko se quedaron en cama durante ocho días, a partir del 26 de mayo, en un esfuerzo por promover la paz mundial. 
El 10 de julio de 2008, la casa de subastas Christie’s en Londres vendió las letras escritas a mano de John Lennon por  unos seiscientos mil euros. Lennon había escrito la letra durante esos ocho días de alojamiento y le regaló  la hoja  con la letra a Gail Renard, de 16 años, quien se había colado en el hotel Queen Elizabeth con un amigo.
La canción también fue lanzada en el álbum Live Peace In Toronto 1969,  con el respaldo de Eric Clapton en la guitarra, Klaus Voorman en el bajo y Alan White en la batería.
John Lennon  dijo  que  escribió esta canción para ser cantada y terminar con la Guerra en Vietnam.


viernes, 5 de abril de 2019

Hello Goodbye (No podemos olvidar) 

Se cumplen 25 años de la muerte de Kurt Cobain: así fueron los últimos días del genio de Nirvana. Este viernes se cumplen 25 años de una de las muertes de famosos más recordadas (y una de las que, quizás, ha provocado el surgimiento del mayor número de teorías conspiranoicas para explicarla): nos referimos al suicidio -¿o el asesinato?- de Kurt Cobain el cinco de abril de 1994. 
El líder de Nirvana fue encontrado muerto por un electricista en su casa en Seattle (EEUU) tres días después de haberse quitado la vida. Tenía un arma, una herida en la barbilla y una nota de suicidio, según el informe del departamento de Policía de la ciudad. Dejaba atrás una esposa, la cantante Courtney Love; una hija, Frances Bean Cobain, y una carrera que en poco más de una década le había llevado a convertirse en uno de los grandes iconos de la música del siglo XX. Tenía 27 años y se unía así a la macabra lista de celebrities que habían muerto a esa edad, como Jim Morrison, Jimi Hendrix o Janis Joplin. 
En la carta de suicidio del artista se podía leer una cita de una canción de Neil Young: "Es mejor consumirse rápidamente que desaparecer poco a poco". Sin embargo, lo cierto es que el último y definitivo descenso a los infiernos de Cobain no había sido sorprendente, ni fruto de una decisión repentina: se había iniciado a más de 9.000 kilómetros de distancia, dos meses antes de que decidiese llevarse el cañón de una pistola a la barbilla.

El incidente de Roma

El uno de marzo de 1994, Nirvana se subió al escenario por última vez, aunque eso todavía no lo sabía nadie. Lo hizo en el Terminal Einz de Múnich (Alemania), un estadio con capacidad para 3.000 personas donde la banda había ido a parar por la gira promocional de su tercer disco, In Utero.
Kurt Cobain acabó en un hospital de Roma (Italia) tras consumir 'accidentalmente' un cóctel tóxico de alcohol y tranquilizantes tras una noche con Love, pocos días después de que se le hubiese diagnosticado bronquitis y laringitis. Las fechas restantes del tour fueron canceladas y la pareja volvió a Seattle, donde dos semanas más tarde la esposa de Cobain tuvo que solicitar ayuda a la Policía explicándoles que el frontman se había encerrado en el baño de su casa con una pistola.
A finales de marzo y tras una intervención en la que participaron familia y amigos, el cantante accedió a apuntarse a un programa de desintoxicación del centro de recuperación Exodus de Los Ángeles (EEUU). El uno de abril, desapareció. Se fugó del centro y volvió a Seattle. Ni familia, ni amigos, ni siquiera el investigador privado que contrató Love a tal efecto pudieron encontrarle a tiempo.

¿Asesinato o muerte?

A pesar de que Kurt Cobain tendía a la depresión, padecía de diversas dolencias crónicas, abusaba de los psicotrópicos y, por si eso fuera poco, había tenido varios intentos de suicidio, muchos han sido los que llevan tratando de explicar su muerte como un asesinato más de dos décadas.
Como sucedió con Yoko Ono tras el asesinato de John Lennon (o, más recientemente, con Ariana Grande y la muerte de Mac Miller), una de las señaladas como 'grandes responsables' de la muerte del artista es su esposa, Courtney Love: hay quien cree que Love le asesinó -o le empujó a quitarse la vida- porque Cobain se quería divorciar, o para quedarse con su fortuna (a pesar de que Love era la líder de The Hole, una banda que si bien no es tan histórica como Nirvana, sí que gozó de un éxito más que respetable).
Hay personajes que incluso optan por culpar a los servicios secretos estadounidenses de la muerte del artista. El escritor John Potash enmarca la muerte de Cobain en una suerte de conspiración de la CIA contra la expansión por EE.UU. de la ideología de izquierdas y de las drogas. 
Las muertes de los famosos siempre han ejercido una extraña fascinación sobre el público, ya sea por la rabia que provoca el ver desaparecer a una persona inspiradora, porque se acaban convirtiendo en ejemplos admonitorios de a dónde puede llevar una vida de excesos, o por pura curiosidad mórbida. El suicidio (o muerte) de Cobain, que tuvo un poquito de las tres, le ha acabado convirtiendo en inmortal. (Fuente: El Mundo).


lunes, 2 de enero de 2017

Hello Goodbye (No podemos olvidar) 

Este 2017 se cumpliran 20 años de la muerte de una cantante y poetisa que revolucionó la escena musical norteamericana de la década de los 60 y 70 y que ha sido injustamente tratada por el paso del tiempo.
Laura Nyro nació como Laura Nigroen en el Bronx neoyorkino, hija de una bibliotecaria y de un músico, de orígenes ruso-judíos. Se cambió el apellido por que el adjetivo nigger y derivados tienen connotaciones racistas en Estados Unidos. Poeta y pianista precoz, con un pie siempre en la calle y el oído en la amplia gama de estilos a su disposición (jazz, soul, gospel, rock y tradición clásica), salía a las calles de su barrio, de adolescente, a cantar con sus amigos.
Desde el principio sus canciones alcanzaron el éxito no en su voz sino en la de otros como Peter, Paul & Mary, 5th. Dimension, Blood Sweat & Tears y Barbra Streisand. Dicen que resultó abucheada en 1967, en una de sus escasas apariciones masivas, en el festival de Monterey. Aun así era capaz de llenar ella solita, varias noches consecutivas, el Carnegie Hall. Pero en 1971, con apenas 24 años y tras varios bandazos contractuales, se aparto del primer plano de la escena musical. Sus reapariciones serían desde entonces puntuales pero inadvertidas para la mayoría.
¿Qué influyó para que desapareciera del mapa de aquella manera? ¿Fue, realmente, su escaso éxito comercial? (y por escaso debemos entender que no fuera una mega-estrella, que es casi lo único que entendía el mercado estadounidense, y cada vez más el de todas partes). Es cierto que es muy poco lo que podemos saber de Nyro a estas alturas, desde aquí. Sabemos, según testimonios de quienes la trataron, que era “como una niña” incapaz de hacer otra cosa que escribir canciones y cantarlas. Sabemos, porque lo que declaró ella en una de sus últimas entrevistas, en 1994, que le “cansaba la vida cotidiana, porque no tiene nada que ver con el arte”; sólo el lenguaje poético. Y sabemos, también, que hacia la fecha en que dejó de grabar tuvo un hijo, y aquello acabó influyendo poderosamente en su nuevo rumbo.
Para cuando relataba todo esto el bebé ya era mayor y a ella le quedaban apenas tres años de vida: moriría en 1997, a la misma edad (49) y por el mismo cáncer por el que había muerto su madre. Se la comparó con Aretha Franklin y Diana Ross, pero su impacto en los compositores que la sucedieron, y de su propia época, fue probablemente mucho más importante. La hicieron ingresar, de manera póstuma, en el Rock & Roll Hall of Fame, en 2012.

Prometo que no hay cielo
y rezo por que no haya infierno.
Pero nunca lo sabré viviendo;
sólo el morir lo dirá.

 

jueves, 24 de noviembre de 2016

Hello Goodbye (No podemos olvidar) 

25 años de la muerte de Freddie Mercury. El 20 de abril de 1992, el estadio londinense de Wembley se convirtió en un mar de lágrimas. Allí, 72.000 fans -a los que se sumaron alrededor de mil millones de telespectadores- rindieron homenaje con un concierto de despedida a una estrella irrepetible: Freddie Mercury. Cinco meses antes, el legendario cantante de Queen fallecía a causa de una bronconeumonía complicada por el sida. Hoy se cumplen 25 años.
Mercury nació el 5 de septiembre de 1946 en el entonces territorio británico de Zanzíbar (actualmente perteneciente a Tanzania) con el nombre de pila de Farrokh Bulsara. Su familia, de origen indio, decidió enviarlo con ocho años a un internado cerca de Bombay para que tuviera una mejor educación. Estaba tan lejos que sólo podía ver a su familia una vez al año, con un largo viaje en barco. No sorprende, afirma su biógrafa, que el escenario se convirtiera en su mundo, pues estaba "trastornado, lastimado y permanentemente en busca de atención". Su familia practicaba el zoroastrismo, una fe que consideraba la homosexualidad como un grave pecado.
A comienzos de los 60 estalló una revolución en Zanzíbar y la familia huyó a las afueras de Londres, donde había una comunidad zoroastrista. Freddie era un joven formal pero ambicioso que pronto entró a formar parte del 'Swinging London'. Descubrió a Jimi Hendrix, dio rienda suelta a su pasión por la ropa extravagante y abrió un stand en los legendarios almacenes de Kensington Market.
En 1970 fundó la banda de rock Queen con Brian May a la guitarra y Roger Taylor en la batería. El bajista John Deacon se sumó más tarde. Su explosiva combinación de teatralidad y heavy rock hizo saltar por los aires todas las fronteras del género. Con todo, Mercury ocultó su exótico origen y fué lo más "british" que pudo.
Cuatro años más tarde llegó el éxito internacional con el hit 'Killer Queen', aunque fueron los himnos 'We Will Rock You', 'Don't Stop Me Now' y 'A Kind of Magic' los que los convirtieron en millonarias superestrellas. Queen llenaba estadios de todo el mundo y sobre todo Freddie empezaba a ser conocido por su estilo de vida decadente. 
A finales de los 80, Mercury se retiró a su lujosa mansión de Kensington y sólo se lo vio salir, visiblemente delgado, para ir al médico. Por supuesto, la prensa amarilla especulaba, pero el cantante de 45 años no reconoció que estaba enfermo de sida hasta un sábado de noviembre de 1991. "Ha llegado el momento de que mis amigos y fans de todo el mundo sepan la verdad", dijo disculpándose por el silencio. Al día siguiente, el 24 de noviembre, falleció.
En el 'Freddie Mercury Tribute Concert' del estadio de Wembley actuaron el resto de miembros de Queen y estrellas como Metallica, Elton John o Roger Daltrey. Los ingresos fueron destinados a la lucha contra el sida. El momento más emocionante de la noche lo marcaron David Bowie y Annie Lennox, que cantaron por primera vez en directo 'Under Pressure'. Aunque ya en vida Mercury fué una súper estrella, tras su muerte llegó el zénit de la fama y Queen vendió más discos que nunca.


 

martes, 7 de abril de 2015

Hello Goodbye (No podemos olvidar) 

Billie Holiday: mito y realidad de una dama del jazz. Un siglo de "Lady Day". Cuenta John Hammond, su descubridor, que la joven Billie Holiday era una mujerona: en 1933 “pesaba casi cien kilos y era increíblemente hermosa”. En 1959, cuando falleció, con 44 años, había quedado reducida a una ruina, “una pequeña y grotesca caricatura de sí misma”, según un periodista del New York Times.
En esos 25 años, Billie patinó y fué atropellada por la vida. Lo contó en su autobiografía "Lady sings the blues", a la que la editorial Tusquets añadió una apostilla prudente: Fábula. Efectivamente, Billie era una gran fabulista y sabía que necesitaba dar pena, a fin de recuperar la ansiada tarjeta para actuar en los clubes neoyorquinos (su retirada era el castigo más doloroso para los jazzmen atrapados con drogas). Su amanuense, William Dufty, tenía claro su objetivo: un libro explosivo. Y lo logró, aunque la editorial metió tijera, por miedo a las demandas de personajes como Orson Welles o Tallulah Bankhead.
Esa Billie trágica de "Lady sings the blues" edulcorada por Hollywood en la película homónima, es la que ha permanecido. Insatisfecha con ese retrato, una fan llamada Linda Kuehl inició en los sesenta el trabajo de base para una biografía rigurosa. Realizó unas 150 entrevistas a quienes convivieron con ella: músicos, amantes, novios, agentes de narcóticos, aficionados. El resultado era menos romántico que el libro de Dufty: educada en las leyes de la prostitución, Billie asumía que debía pagar por amor al chulo de turno. Era una yonqui atípica: después de grandes festines, aguantaba largas temporadas de abstención.
Por la crudeza de la narración o por la carencia de experiencia profesional de Linda Kuehl, su proyecto de libro fue rechazado; al poco, se suicidó. Años después, la escritora Julia Blackburn descubrió su archivo y comprobó que aquello era oro puro: entrevistadora persistente, Kuehl consiguió que se sincerasen hasta los tipos que desempeñaron papeles más miserables en el hundimiento de Holiday. Blackburn recuperó el material para un libro coral, aquí traducido como Con Billie (Global Rhythm, 2006).
Con todo, la verdad está en los discos. Nacida el 7 de abril de 1915, en Filadelfia (Pennsylvania), Eleanora Fagan era una criatura de ciudad. Se educó musicalmente escuchando a Louis Armstrong, Bessie Smith o Ethel Waters, artistas que —curioso— también sufrieron infancias miserables. Quizás la principal señal distintiva resida en que Elenora estuvo internada en instituciones católicas. Lejos de los éxtasis emocionales de las iglesias baptistas, interiorizó la moderación expresiva y la dicción nítida. Por lo menos, frente al micrófono.
Era menor cuando se rebautizó: el nombre venía de una actriz, Billie Dove; el apellido, de su supuesto padre, el guitarrista Clarence Holiday. Fue afortunada: pilló el final del llamado renacimiento de Harlem, sembrado de locales donde los músicos improvisaban y acogían a novatos. Su estilo ya estaba formado cuando coincidió con John Hammond.
En una época donde las vocalistas eran conocidas como “canarios” y estaban subordinadas al lucimiento colectivo de las orquestas, Billie funcionaba como una instrumentista: era una jazzwoman. Su sonido, insistía, se parecía al de la trompeta de Armstrong o el saxo de Lester Young. Fraseaba como ellos y se permitía iguales libertades con la melodía y el ritmo. De ahí que muchos consideren el pináculo de su carrera las grabaciones hechas con el pianista Teddy Wilson y su Orquesta (en total, ocho músicos) durante la segunda mitad de los años treinta.
Billie prefería las formaciones pequeñas: sus experiencias con las big bands de Count Basie y Artie Shaw resultaron infelices, por su temperamento y por las indignidades de la segregación racial. Decidió que debía usar los recursos actorales: siempre soñó con hacer cine. Los aplicó cuando grabó "Strange fruit" en 1939, descarnada denuncia de los linchamientos de negros en los estados sureños. Y los acentuó tras conocer a Mabel Mercer, artista británica que recitaba más que cantaba.
En los años cuarenta, Billie entró en un bucle: su imagen de Mujer Atormentada dictaba el tono de sus grabaciones, que reforzaban el estereotipo de la solitaria, la incomprendida, la maltratada. Eso se tradujo en interpretaciones ralentizadas, donde exprimía el contenido emocional de las letras. Parecía vulnerable, el poeta Philip Larkin, tradicionalista en cuestiones de jazz, describió sus discos como “calcinados y abrasadores”.
Podía haber seguido repitiendo la fórmula y nadie rechistaría. Sin embargo, en la neblina de su caos, intuía que su creatividad todavía no se había agotado. Fichó con el promotor Norman Granz, que supo sacarla de su letargo, enfrentándola con material fresco y juntándola con solistas de primera. En el estudio, podía entrar tarde, con una afinación insegura, consciente de sus recursos deteriorados. Pero en segundos se recuperaba y volvía a surgir la magia, ese metal doliente que ahora imitan cantantes de mucha técnica y, ay, pocas vivencias. (Fuente: Diego A. Manrique - El País).



jueves, 8 de enero de 2015

Hello Goodbye (No podemos olvidar)

ELVIS PRESLEY, 80 AÑOS DEL REY BLANCO DE LA MÚSICA NEGRA.  Hace 80 años nació un niño en Tupelo, Misisipi, en condiciones de miseria: su madre estaba continuamente enferma y su padre tenía sólo empleos ocasionales. Ese niño se convirtió en uno de los más grandes artistas que ha dado el siglo XX, en una leyenda. Este jueves 8 de enero habría cumplido 80 años.
Cuando anunciaron el nacimiento de gemelos, construyó una humilde casa de madera. En una de sus dos habitaciones llegó al mundo Jesse Garon, que nació muerto. Media hora después, le siguió el segundo, que fué bautizado con el nombre de Elvis Aaron. Cuando tenía sólo un año, la familia sobrevivió a una serie de tornados en la que perdieron la vida casi 500 personas. Con tres años, la casa familiar fue embargada cuando su padre fue encarcelado por falsificación de cheques. En la escuela era calificado de «mediocre», pero sabía cantar.
Supuestamente sólo quería grabar un disco para su madre cuando fue descubierto para el mundo de la música. Sin embargo, en Memphis se cuenta otra historia: «Quería ser descubierto», afirma Brandon Cunning. Fué varias veces al estudio, pero el productor Sam Phillips no estaba satisfecho. Elvis tocaba sólo baladas, pero Phillips no quería música lenta». Lo que quería ya lo había dicho antes: un blanco que toque «música negra» con sentimiento. Con eso, podría hacer millones.
Sin embargo, dio a Elvis Presley otra oportunidad y éste tocó That's All Right, Mama. Entonces, Phillips se quedó impresionado. Cuando el disco sonó en la radio, cientos de personas llamaron e incluso enviaron telegramas, lo que obligó a repetir la canción esa noche otras 14 veces. El disco y el cantante se convirtieron en hit de inmediato y el pobre camionero con voz maravillosa se convirtió en estrella. «En sólo dos años tenía cinco discos de oro y uno de ellos estaba pensado sólo como cara B», cuenta Cunning exaltado.
También Hollywood descubrió a Elvis y cuando cantó en su primera película Love Me Tender -a la que siguieron otras 30- fue un momento estelar para la historia del cine y de la música por igual. «Oír su música por primera vez fue como huir de prisión», dijo Bob Dylan. «Era como si susurrara a todos un sueño al oído y todos soñáramos con él», dijo Bruce Sprinsteen. «Antes de Elvis no había nada», dijo John Lennon.
Sólo a Frank Sinatra no le gustaba la «música lamentable que animaba a los jóvenes a la violencia». Pero hasta Leonard Berstein dijo una vez: «Elvis es la mayor fuerza cultural del siglo XX (...) Música, lengua, moda, fue una nueva y completa revolución social».

¿UN BLANCO LE ROBABA LA MÚSICA A LOS NEGROS?

La revolución se produjo también en la calle, cuando los negros comenzaron a pedir la igualdad de derechos. ¿Un blanco les estaba robando la música? «No robó nada», asegura Kid Rock. «Él mismo era pobre. Simplemente buscó muy dentro de su corazón». «Unió las músicas blanca y negra», aseguró por su parte Keith Richards, de los Rolling Stones. Elvis se hizo conocido precisamente por rechazar la división por el color de piel y tratar a los afroamericanos con todo respeto.
Con el dinero que ganó, Elvis compró en Memphis una casa llamada Graceland. Forró el sótano de cuero amarillo, en la habitación para ver la televisión se veían tres canales a la vez y en la «habitación selva» había incluso una cascada. El garaje estaba a reventar con todos los Mercedes, Ferraris y Cadillacs, mientras en el patio interior había un avión privado.
Pero Elvis podía siempre empujarse al precipicio para después volver a salir. Cuando se mofaban del ya adicto Elvis que había engordado mucho por entonces, dio un concierto en 1973 que fue retransmitido al mundo entero. Aloha from Hawaii Via Satellite fue visto por al menos 1.000 millones de personas, más de los que habían presenciado el aterrizaje en la luna cuatro años antes.

EL EPÍLOGO DE ELVIS

Pero el rey ya no tenía salvación: cada día se tomaba un puñado de pastillas: somníferos para dormir y estimulantes para animarse. El 16 de agosto de 1977, su prometida lo encontró muerto en el suelo del baño. Elvis Presley había muerto con sólo 42 años.
La leyenda del Blues B. B. King, que sigue viviendo hoy en día en Memphis, sigue recordando al antiguo Elvis: «Sabía que ese joven tenía un talento totalmente extraordinario», dijo en una entrevista. «Yo era un gran fan. Y si aún viviera, sería igual de creativo que entonces». (Fuente: La Voz de Galicia).



miércoles, 24 de septiembre de 2014

Hello Goodbye (No podemos olvidar) 

Hace 40 años que murió Nick Drake. Suicidio por sobredosis de antidepresivos, aseguró el forense, aunque no faltan los que sugieren un accidente, un torpe intento de salir del pozo del desaliento. Su desaparición pasó prácticamente desapercibida para la prensa musical británica, que lo despachó con breves notas.
Nadie debería recriminárselo: en 1974 proliferaban los cantautores introspectivos y se calcula que las ventas combinadas de sus tres elepés para Island no alcanzaba ni los 10.000 ejemplares. Su perfil público era mínimo: solo dio una entrevista, actuó poco, ni siquiera pasó por televisión. Sus únicas filmaciones en movimiento corresponden a su infancia. Hace unos años, se alborotó el patio cuando alguien creyó reconocerlo entre el público asistente a un festival de folk, una tipo alto que cruza la pantalla durante unos segundos, de espaldas a la cámara.

 

Todavía se discute sobre esa fantasmal presencia. Los que le trataron aseguran que sí, que podría ser Nick; los admiradores se resisten a identificar a ese gigantón desgarbado con el creador de sublimes filigranas sobre la soledad, cantadas con una guitarra elegante o –en los discos- con músicos profesionales (incluyendo orquestaciones todavía hoy muy discutidas). Un hombre frustrado, por la falta de eco para su arte, por la imposibilidad de emanciparse económicamente.
Todo podría haber acabado con su fallecimiento. Su discográfica no notó su falta: cabalgaba sobre la cresta de la ola, con éxitos de rock y reggae. La primera recopilación, Fruit tree, no salió hasta 1979. Fue un trabajo mimado –los tres discos más temas inéditos- pero vendió poco y fue descatalogada; con el tiempo, sería relanzada por el sello Hannibal con material nuevo.
Hay varias posibles explicaciones sobre su el hecho de que su obra y su defunción fueran ignoradas durante los setenta. La década abundó en cadáveres jóvenes, por el carpe diem y por la experimentación con substancias que pocos sabían controlar. Y Nick se escapó del zafio tópico del Club de los 27: tenía 26 años cuando su madre le encontró exánime en su habitación de la casa familiar.
Su reivindicación vino desde varios frentes. La aportación de músicos de las siguientes generaciones, que retomaron sus canciones. Más el trabajo de periodistas y documentalistas fascinados por la música y el personaje. Y la dedicación de fans en todo el mundo: el primer libro dedicado a su obra se publicó en danés (1986). Algo insospechado, dada la asimilación de Nick Drake con el paisaje y el carácter ingleses.
Sumen dos circunstancias decisivas. Joe Boyd, productor de sus dos primeros elepés, lo tomó como causa personal (en vida de Nick, me temo, no mostró tanta empatía). Y la tolerancia de los Drake, que nunca renegaron de su oveja negra. En vez de cerrarse en banda, acogieron a las almas perdidas que rastreaban las huellas de Nick. Era gente educada, de clase media-alta, que poseía un magnetofón de calidad para grabar la música hecha en familia; hace poco, se publicaron añejas canciones de su madre, Molly, de alguna manera conectadas con lo que luego haría su hijo para Island.
Se multiplicaron las leyendas (por ejemplo, sobre su estancia en Algeciras en 1971, igual que las películas donde sonaban River man o Northern sky. Pero quizás lo que sacó definitivamente a Nick Drake del limbo de los artistas-de-culto fue un spot televisivo que ignoraba sus características esenciales: esa melancolía pastoral y su aroma otoñal. Se rodó en Estados Unidos para vender un descapotable alemán, el Cabriolet de Volkswagen.
 En un minuto, un prodigio de narración…tramposa. Cuatro chavalitos recorren silenciosos una carretera rural del Sur estadounidense, mientras suena Pink moon. Un cuarteto mixto en raza y sexo, sin extravagancias en ropas o peinados. Comprobamos que, aparte de sensibles a la naturaleza, son sensatos: acuden a una fiesta veraniega que ya se está desmadrando. Ni siquiera llegan a bajarse: cruzan sus miradas y se largan, prefiriendo seguir disfrutando del viento en la cara y la luna llena. Las ventas se dispararon cuando empezó la campaña publicitaria.

 

Vaya paradoja: al volante, Nick no tenía sentido de la orientación. Solía subirse al Mini de su madre y conducir hasta que se agotaba la gasolina. Perjudicado por la marihuana, puede que se sintiera incapaz de desenvolverse en una gasolinera. Solo le quedaba buscar una cabina telefónica, llamar a casa y esperar que lo rescataran. Eso es lo que, felizmente, ocurrió con su cancionero. (Fuente: Diego E. Manrique - El País).



miércoles, 5 de febrero de 2014

Hello Goodbye (No podemos olvidar) 

 

GARY MOORE (GUITARRISTA Y CANTANTE) 

BELFAST (IRLANDA DEL NORTE) 04-04-1952
ESTEPONA - MÁLAGA (ESPAÑA) 06-02-2011




lunes, 3 de febrero de 2014

Hello Goodbye (No podemos olvidar) 


RITCHIE VALENS (CANTANTE Y GUITARRISTA) 

PACOIMA - CALIFORNIA (EE.UU.) 13-05-1941
IOWA (EE.UU.) 03-02-1959




BUDDY HOLLY (CANTANTE Y GUITARRISTA) 

LUBBOCK - TEXAS (EE.UU.) 07-09-1936
IOWA (EE.UU.) 03-02-1959