jueves, 10 de diciembre de 2015

Películas (Una mirada diferente al cine) 

Las tortugas también vuelan (2004) es el tercer largometraje del director kurdo iraní, Bahman Ghobadi. Ser kurdo no es fácil. Los niños de la película no son actores profesionales porque de esos no hay en Kurdistán, quizás porque Kurdistán es una patria que sólo existe en las cabezas y no en el mapa. Los kurdos son un pueblo de 12 millones de personas que no tiene fronteras propias en el atlas, sino que se esparcen entre las de Irak, Irán y Turquía.
Bahman Ghobadi refleja con dureza lo que es la vida del pueblo kurdo, en perpetuo exilio, en los comienzos del derrocamiento del régimen de Sadam Hussein por las tropas norteamericanas. Fundamentalmente se aprecian las condiciones de vida de un grupo de chicos en un campo de refugiados, que no son niños y que se comportan como adultos aunque tampoco lo sean. La crudeza de alguna de las historias de estos jóvenes es muchas veces desgarradora, sin que se haya escatimado en detalles que nos pueden parecer que superan ciertas convenciones a la hora de apelar a la emotividad. Pero todo parece justificado bajo ese triste halo de realismo, donde cabe poco lugar para la justicia poética.
Entre los numerosos premios que obtuvo, destacan la Concha de Oro a la mejor película en el Festival de Cine de San Sebastian, el Premio a la Paz en el Festival de Cine de Berlín (Berlinae) y la selección al Óscar como mejor película extranjera.
Escalofriante, desgarradora y profunda. Una obra terrible, dolorosa, que aniquila las reservas emocionales del espectador.


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