Cuando el rock and roll salvó a Tom Petty. La primera 
biografía en español sobre la estrella estadounidense arroja luz sobre 
los maltratos de su padre y su incapacidad para encontrar el equilibrio 
en su vida familiar. 
Son muchas las canciones de Tom Petty que hablan de la posibilidad de un mundo mejor, pero poco se sabe del 
mundo que, lejos de los escenarios y los estudios de grabación. El músico al que la revista Billboard nombró líder absoluto del rock, por sus más de 45 apariciones en lo 
alto de las listas, fue un hombre frágil, dañado desde niño por los 
maltratos de su padre en el seno de una familia pobre, escurridizo ante 
los focos de la fama e incapaz de encontrar el equilibrio entre el rock and roll y su vida privada. En palabras de Warren Zanes, autor de la biografía autorizada Petty (Neo Sounds), era alguien con una mentalidad que "tendía hacia la oscuridad".
No exagera Zanes cuando escribe en su 
libro que las canciones fueron "el refugio" del compositor de Refugee, donde se podía oír a un hombre que "anhelaba un poco más de paz". La biografía Petty es la más completa sobre uno de los músicos más 
importantes de la historia del rock.
Nacido en la localidad sureña de Gainesville, en Florida, Petty daba sentido a
 la frase de que en el Sur "el pasado nunca se muere, ni 
siquiera es pasado". Florida, un lugar de carácter incomprensible, 
descrita por Zanes como "el secreto sucio de Estados Unidos", marcó su 
vida. El entorno opresivo y violento de puertas adentro le llevó a 
aprenderlo todo por sí mismo, pero, más aún, la necesidad de ir en 
dirección opuesta a su padre. Era un hombre frustrado, con mal genio y 
aficionado a la botella, que pegó la primera paliza con el cinturón a su
 hijo cuando este tenía cuatro años. 
Pero entonces apareció el rock and roll. Todo cambió cuando aquel chaval rubio acompañó a su tío a un concierto de Elvis Presley.
 No solo le vio actuar sino que le estrechó la mano, y, como escribe 
Zanes, "Elvis se convirtió en el símbolo del lugar al que Petty quería 
ir". Un lugar al que tardó en llegar. Tuvo que jugársela e irse a vivir a Los Ángeles, dejando a su 
mujer y su hija en Florida.
Zanes, quien tuvo un acceso privilegiado al entorno de Petty, arroja luz sobre personajes clave en el éxito del compositor de American Girl. Uno de ellos es Leon Russell,
 formidable pianista, que le dio consejos, se lo llevó a Los Ángeles y 
le enseñó la vida del rock entre bambalinas. Otro Bobby Womack, que le 
animó en el momento de mayor desorientación a grabar su primer disco. 
También el influyente mánager Elliot Roberts, quien llevaba a Neil 
Young, y le hizo ver que, al igual que Young, tenía que ser el líder de 
su propia banda. Sin democracia, Petty controlaría todo. Y otro Mike 
Campbell, exquisito guitarrista y su mano derecha, con el que formó 
Heartbreakers y arrancó su escalada a la fama, aun enfrentándose a su 
compañía de discos.
Petty no se entendería sin los Heartbreakers. El libro se encarga de poner en 
valor a una de las mejores bandas que dio la historia del rock and roll
 y también de explicar la dificultad de mantenerse unidos en la 
carretera durante 40 años. Su banda, de la que se separó en algunas 
ocasiones para buscar proyectos en solitario, sabía mejor que nadie cómo
 Petty necesitaba la música, obsesionado con grabar, girar y hallar luz 
en las canciones mientras, escondiéndose en las drogas y abrumado por 
los peajes de la fama, su prematuro matrimonio se desmoronaba 
lentamente. De esta forma, su primera mujer se hizo alcohólica. Su 
sentimiento de culpabilidad y su falta de adaptación a una vida familiar
 nunca le abandonaron. Pero tampoco el rock and roll.
Decía Petty que nadie puede comprender "el bombazo" que es hasta que lo vive. 
"La primera vez que cuentas hasta cuatro y, de repente, estalla el rock and roll,
 es algo más grande que la vida misma", explicaba. Esa vida a la que, 
como todos, siempre le buscó equilibrio, librándose de los aspectos más 
oscuros y componiendo canciones para hacer "todo más habitable". 

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