Let it be. 45 años del disco póstumo de los Beatles. Se ha hablado infinitas veces del 'quinto beatle'. Se ha llamado así a quien lo fué de hecho, Stuart Sutcliffe, en la época de Hamburgo, antes de que los 'fab four' tomaran la bandera
de la prodigiosa década de los 60. También se le ha dado ese título
insistentemente a George Martin, el mágico productor que los acompañó en todos sus discos... en todos menos en uno.
El 8 de mayo de 1970, se publicó Let It be, último disco y disco póstumo de los Beatles, porque una semana antes
Paul McCartney ejerció el liderazgo unitario al que siempre había
aspirado dando en público por finiquitada la banda. Y en ese trabajo no estaba George Martin a los mandos del sonido, sino Phil Spector, un loco americano con fama de genio y maneras de dictador.
Si hubo un 'quinto beatle' en ese disco fue ese neoyorquino de ojos saltones
que se instaló en los estudios de Abbey Road cargando con su muro de
sonido, esa técnica abrumadora de superposición de pistas orquestales
para crear un elemento unitario y compacto, una especie de pared
poderosa sobre la que pintar la melodía del verso musical... un concepto
muy efectivo y a veces algo desasosegante.
Sobre todo para Paul. Y sobre todo, porque Spector vino de la mano de John. La pareja compositora más famosa de la historia de la música
(y probablemente, la de mayores royalties acumulados) se venía
rompiendo desde finales del 68, acabando las sesiones del 'Doble
Blanco'. La poderosísima personalidad de ambos, que hasta el momento
había jugado a favor, estimulando a cada uno en lo individual para
superar al amigo-rival, se estaba convirtiendo ya en una rémora, pues
Lennon y McCartney maduraban como personas por caminos muy divergentes y
ya no compartían objetivos ni musicales ni vitales.
Fué precisamente ese ambiente enrarecido de los primeros meses de 1969 en los que una cámara perseguía a los Beatles por el estudio lo que hizo que George Harrison
llamara a su amigo Billy Preston, un teclista negro (afroamericano, se
dice ahora) y prodigioso. Se conocían de los años de Hamburgo, en los
que había quedado atrás la inocencia... y Stu, el amigo que, de algún
modo, a todos unía. La presencia de Preston en la música de ese disco
tan lleno de avatares fue tan poderosa que también ha sido bautizado como 'quinto beatle':
su interpretación al órgano en 'Get Back', la canción que en un
principio iba a dar título a todo aquel circo, fué tan determinante que
le valió entrar en los créditos oficiales en su publicación.
Pero fué su presencia personal la que destensó la relación entre
todos y, así, la película que se empeñaba McCartney en estrenar junto al
lanzamiento del álbum, un filme en el que todos los fans pudieran
asistir desde dentro al proceso de creación de un disco de los Beatles, podría contar con escenas de comedia. Por fin.
Finalmente, Lennon quedó a disgusto con lo que habían registrado en masters en esos meses del invierno de 1969. Eso y que todo era muy "de Paul",
así que logró que se aparcara todo el proyecto. Meses después, fué él
quien llamó a Spector para que viera qué se podía hacer con ese
material. Y a fe que lo hizo.
Número uno en ventas
Phil Spector se encargó de aportar su muro de sonido a 'Let it be'.
Y, pese a que ya no había Beatles cuando aquel viernes 8 de mayo los
vinilos encarpetados en negro con cuatro fotos de cuatro Beatles
llegaron a las tiendas de discos, el álbum fue número uno de ventas, y hasta ganó un Oscar a la mejor banda sonora.
Para subirse a lo alto de las listas, el disco póstumo de los Beatles desplazó, precisamente, al primer retoño de Paul en solitario.
Su disco, de título 'McCartney' y publicado tres semanas antes, lo
había grabado en los mismos estudios Abbey Road en los que, una sala más
allá, Spector añadía capas y capas de arpas y vientos a las interpretaciones de los (ya no tan) 'fab four'.
No hubo aspirante a 'quinto beatle' a quien menos ganas de colgarle esa medalla tendría jamás Paul McCartney, quien públicamente despreció el trabajo de Spector en
'The Long and Winding Road', una bella balada al piano que, desnuda
sonaba íntima y, después del trabajo del productor americano, "apestaba"
a oratorio sinfónico.
Así que 33 años después, se publicó 'Let it be... Naked', el disco "como los Beatles lo habíamos hecho, dijo Paul. En noviembre de 2003, McCartney convenció al otro beatle vivo, Ringo Starr, logró que la casa discográfica EMI rescatara las cintas originales, desempolvara los masters, limpiara los sonidos, recuperara tomas viejas... y se borrara, finalmente, la obra de Phil Spector, ese maldito quinto beatle.
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