martes, 18 de agosto de 2020

Noticias (Reseteando la actualidad) 

Una neumonía combinada con un cáncer de pulmón apagó la vida de la actriz estadounidense Linda Manz el pasado viernes con tan solo 58 años. Manz Llevaba varios años apartada de la gran pantalla, pero su rostro fue uno de los más populares en la escena indie norteamericana desde finales de la década de los setenta hasta mediados de los ochenta.
Nacida el 20 de agosto de 1961 en Nueva York en el seno de una familia desestructurada -su padre abandonó el hogar cuando ella tenía dos años- y pasó una infancia realmente dura, Linda debutó a los quince años en la película Días del cielo (1978) de Terrence Malick, una de las cintas más líricas y hermosas del director, al lado de un jovencísimo Richard Gere, Brooke Adams y Sam Shepard.
Manz pasaría luego a actuar en un pequeño papel en Boardwalk y en The Wanderers (las pandillas del Bronx), ambas de 1979, hasta que el rebelde Dennis Hopper se fijó en ella para su protagonista de Caído del cielo (1980), un desolador drama donde Manz brillaba en todo su esplendor andrógino.  
Su icónico trabajo en ese filme dejó huella. Actrices como Chloë Sevigny o Natasha Lyonne lo tildaron posteriormente como muy influyente para sus respectivas carreras. 
Justo cuando podría haber dado el salto al estrellato, sus apariciones en el cine empezaron a menguar. En 1983 fue a Alemania del Oeste para protagonizar La hija rebelde y en 1985 intervino en un episodio de la televisiva La reina de las nieves. Ese mismo año se casó con el cámara Bobby Guthrie y tuvieron tres hijos: Michael, Christopher y William. David Fincher contó con ella para un pequeño rol en The Game y la pudimos ver por última vez en Gummo (1997), debut en la dirección de Harmony Korine. (Fuente: La Vanguardia).


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