Los Beatles pueden morir por segunda vez, daños colaterales de la pandemia. The Cavern, el icónico club de la Mathew Street de Liverpool
donde se dio a conocer la banda en los años sesenta, corre peligro de
cerrar por las restricciones impuestas por el gobierno británico para
combatir la propagación del virus. Clausurado desde principios de la
primavera, sus propietarios pierden más de 35.000 euros a la semana. Y
aunque era un magnífico negocio en tiempos normales, el colchón de un
millón y medio de euros acumulado se ha quedado ya reducido a la mitad.
“El cierre de The Cavern sería una tragedia para la ciudad y para
todo el mundo de la música”, ha proclamado el alcalde de Liverpool, Joe
Anderson, quien sin embargo descarta cualquier tipo de ayuda financiera
por parte del ayuntamiento “en vista de la gran cantidad de
conciudadanos que se han quedado sin trabajo y están pasando hambre, y
que han de ser la primera prioridad”. Cualquier asistencia ha de
provenir de las autoridades centrales de Londres, y no sólo para el club
asociado para siempre con los Beatles. También para instituciones
legendarias del panorama musical de la capital como el Ronnie Scott’s, el Jazz Club, el Ministry of Sound, el Academy de Brixton, el Bush Hall...
La Administración Johnson ha anunciado un paquete de 1.750 millones de
euros en ayudas al mundo de la cultura (una combinación de donaciones y
préstamos a bajo interés), pero los principales beneficiarios son los
grandes museos y compañías emblemáticas como la Royal Shakespeare, la
Royal Opera o el Royal Ballet. Los clubes musicales privados se
encuentran muy abajo de la lista, y en todo caso les llegarán sólo las
migajas. Nada como matar el hambre, y menos aún sobrevivir.
The Cavern –que
ya ha despedido a 20 personas de su plantilla– volverá a finales de mes
con conciertos virtuales. Todos hacen planes tentativos para
septiembre, sin tenerlas todas consigo. Y siguen perdiendo dinero.
Pero de todos los posibles cierres, ninguna impresiona tanto como el del club de Liverpool (nombrado en honor al parisino The Caveau), que abrió sus puertas en enero de 1957 y ocho meses después recibió en su escenario a The Quarry Men, la banda que tenía John Lennon. En 1960 llegaría Ringo Starr con Rory Storm and The Hurricanes,
y en el 61, tras su paso por Hamburgo, harían los Beatles la primera de
292 apariciones. Brian Epstein los vio actuar, y se ofreció como
mánager.
La pandemia ha conseguido cerrar The Cavern (casi un millón de
visitantes al año) por sólo la tercera vez en toda su historia. La
primera ocurrió en 1973, cuando tuvo que cambiar de dirección (al núm. 7
de la misma Mathew Street, a un par de puertas de distancia) porque la
compañía británica de ferrocarril adquirió el local para construir un
conducto de ventilación que nunca llegó a realizarse. Una década más
tarde, el jugador del Liverpool Tommy Smith y un socio compraron el
viejo espacio –convertido en aparcamiento–, y reconstruyó el club en su
lugar y versión primigenios, con cinco mil ladrillos originales. La
segunda fue en 1989, durante año y medio, debido a la crisis financiera.
Los actuales propietarios son Bill Heckle y Dave Jones, que tienen
también la empresa que ofrece tours de las casas donde vivieron de niños
los integrantes de la banda, y de lugares citados en sus canciones como
Penny lane y Strawberry Hill. (Fuente: La Vanguardia).
Fantástico recuento histórico...
ResponderEliminarCierto. Espero que no lo cierren porque tengo muchas ganas de conocerlo
ResponderEliminarQue pena.Podian cerrar antes el castillo de Windsor
ResponderEliminarTambién es verdad, jajaja
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