Cuando William Peter Blatty publicó El exorcista en 1971, su escalofriante historia de posesión diabólica inspirada en un exorcismo real ocurrido
en Washington en 1949 se convirtió en un best seller de la noche a la
mañana. De ahí que el estudio Warner Bros decidiera sacar tajada de esa
novela sobre el Mal con mayúscula con una adaptación cinematográfica.
Como directores se tanteó a Mike Nichols, Arthur Penn, John Boorman o
Peter Bogdanovich, pero todos ellos rechazaron participar en una obra
que tenía como protagonista a una niña endemoniada de nombre Regan
MacNeil.
Hasta que Blatty le envió el guión a William Friedkin, un realizador de carácter temperamental, ganador del Oscar por el thriller The french connection, contra el imperio de la droga (1971). El competitivo y perfeccionista Friedkin no dejó escapar la oportunidad y formó un reparto de actores no demasiado famosos, entre los que figuraba Ellen Burstyn como la madre de Regan, Jason Miller como el padre Karras y el sueco Max von Sydow como el padre Merrin.
Hasta que Blatty le envió el guión a William Friedkin, un realizador de carácter temperamental, ganador del Oscar por el thriller The french connection, contra el imperio de la droga (1971). El competitivo y perfeccionista Friedkin no dejó escapar la oportunidad y formó un reparto de actores no demasiado famosos, entre los que figuraba Ellen Burstyn como la madre de Regan, Jason Miller como el padre Karras y el sueco Max von Sydow como el padre Merrin.
Para el rol de la niña poseída se presentaron al casting y enviaron
cintas de vídeo unas 600 menores, entre ellas Laura Dern y Melanie
Griffith, aunque ninguna logró impresionar al director, que entrevistó
personalmente a un centenar. Friedkin llegó a pensar que no sería
posible rodar la película con una niña de 12 o 13 años para un papel tan
exigente y complicado y pensó en seleccionar a una de 15 o 16 que
aparentase menos. Pero un día se presentó en su oficina sin cita previa
una mujer con su hija para probar suerte. La madre estaba segura que su
pequeña podía hacerse con el personaje. La niña era Linda Blair, de tan solo 12 años, pero con experiencia en el mundo de la publicidad desde los seis.
“Desde el momento en que entró por la puerta supe que era ella”,
aseguró Friedkin hace dos años con motivo del 45º aniversario del
estreno de la película. Durante la entrevista, el director le dijo si
había leído la novela y Linda contestó afirmativamente. Cuando le
preguntó de qué trataba, ella contestó: “de una niña poseída por el
diablo que hace un montón de cosas feas”. Y entre esas cosas feas,
“lanza a su madre contra la pared, tira a un hombre por la ventana y se
masturba con un crucifijo”.
-¿Y eso qué significa?, le espetó el director.
-¿Masturbarse? Pues algo así como hacerse una paja, ¿no?, replicó ella.
-Sí. ¿Y tú sabes qué se siente?
-Sí, claro
-¿Lo haces?
-Sí. ¿Tú no?
Friedkin miró sorprendido a la madre, que sonreía ante el desparpajo de
su niña. El papel definitivamente era suyo, según cuenta Peter Biskind
en su libro Moteros tranquilos, toros salvajes.
Blair pasó por un rodaje de siete meses especialmente duro, ya
que debía permanecer varias horas al día en la sala de maquillaje para
adquirir el aspecto satánico que requería su personaje. La joven no solo
debía aguantar una transformación física que pasaba por torcer su
cuerpo de formas imposibles, también debía simular que se masturbaba con
un crucifijo, hablar con un sonido gutural y de ultratumba y lanzar
todo tipo de obscenidades como la célebre frase “¿Has visto lo que ha
hecho la cochina de tu hija?”. Eso sí, fue sustituida por otra actriz en
las escenas más subidas de tono.
La gran mayoría de miembros del equipo se volcó en mimarla y cuidarla,
especialmente Burstyn, su madre en la ficción. Cuando el filme se
estrenó en diciembre de 1973, cosechó un éxito rotundo de crítica y
público, erigiéndose como un clásico del cine de terror. Muchos
espectadores sufrieron desmayos durante la proyección y todo el mundo se
rindió ante la increíble actuación de Linda, que fue recompensada con un Globo de Oro a la mejor actriz de reparto y recibió una nominación al Oscar en la misma categoría.
Su carrera prometía y la chiquilla no tardó en recibir otras ofertas cinematográficas, aunque jamás logró regresar a la gloria. La fama hizo su vida imposible, según aseguró en más de una entrevista. Los escándalos sexuales, las drogas y las depresiones
hicieron mella en una trayectoria artística que se ha visto reducida a
esporádicas apariciones en telefilmes o series de televisión. Al margen
de la industria del espectáculo, Blair ha escrito un libro de recetas
para veganos titulado Going Vegan; ha creado su propia línea de ropa
llamada Linda Blair’s Wild West Collection y fundó la institución Linda Blair WorldHeart Foundation, orientada a la protección de animales abandonados. (Fuente: La Vanguardia).
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