domingo, 30 de agosto de 2020

Música y Cine (La cara oculta) 

Cuando William Peter Blatty publicó El exorcista en 1971, su escalofriante historia de posesión diabólica inspirada en un exorcismo real ocurrido en Washington en 1949 se convirtió en un best seller de la noche a la mañana. De ahí que el estudio Warner Bros decidiera sacar tajada de esa novela sobre el Mal con mayúscula con una adaptación cinematográfica. Como directores se tanteó a Mike Nichols, Arthur Penn, John Boorman o Peter Bogdanovich, pero todos ellos rechazaron participar en una obra que tenía como protagonista a una niña endemoniada de nombre Regan MacNeil. 
Hasta que Blatty le envió el guión a William Friedkin, un realizador de carácter temperamental, ganador del Oscar por el thriller The french connection, contra el imperio de la droga (1971). El competitivo y perfeccionista Friedkin no dejó escapar la oportunidad y formó un reparto de actores no demasiado famosos, entre los que figuraba Ellen Burstyn como la madre de Regan, Jason Miller como el padre Karras y el sueco Max von Sydow como el padre Merrin.
Para el rol de la niña poseída se presentaron al casting y enviaron cintas de vídeo unas 600 menores, entre ellas Laura Dern y Melanie Griffith, aunque ninguna logró impresionar al director, que entrevistó personalmente a un centenar. Friedkin llegó a pensar que no sería posible rodar la película con una niña de 12 o 13 años para un papel tan exigente y complicado y pensó en seleccionar a una de 15 o 16 que aparentase menos. Pero un día se presentó en su oficina sin cita previa una mujer con su hija para probar suerte. La madre estaba segura que su pequeña podía hacerse con el personaje. La niña era Linda Blair, de tan solo 12 años, pero con experiencia en el mundo de la publicidad desde los seis.
“Desde el momento en que entró por la puerta supe que era ella”, aseguró Friedkin hace dos años con motivo del 45º aniversario del estreno de la película. Durante la entrevista, el director le dijo si había leído la novela y Linda contestó afirmativamente. Cuando le preguntó de qué trataba, ella contestó: “de una niña poseída por el diablo que hace un montón de cosas feas”. Y entre esas cosas feas, “lanza a su madre contra la pared, tira a un hombre por la ventana y se masturba con un crucifijo”.
-¿Y eso qué significa?, le espetó el director.
-¿Masturbarse? Pues algo así como hacerse una paja, ¿no?, replicó ella.
-Sí. ¿Y tú sabes qué se siente?
-Sí, claro
-¿Lo haces?
-Sí. ¿Tú no?
Friedkin miró sorprendido a la madre, que sonreía ante el desparpajo de su niña. El papel definitivamente era suyo, según cuenta Peter Biskind en su libro Moteros tranquilos, toros salvajes.
Blair pasó por un rodaje de siete meses especialmente duro, ya que debía permanecer varias horas al día en la sala de maquillaje para adquirir el aspecto satánico que requería su personaje. La joven no solo debía aguantar una transformación física que pasaba por torcer su cuerpo de formas imposibles, también debía simular que se masturbaba con un crucifijo, hablar con un sonido gutural y de ultratumba y lanzar todo tipo de obscenidades como la célebre frase “¿Has visto lo que ha hecho la cochina de tu hija?”. Eso sí, fue sustituida por otra actriz en las escenas más subidas de tono.
La gran mayoría de miembros del equipo se volcó en mimarla y cuidarla, especialmente Burstyn, su madre en la ficción. Cuando el filme se estrenó en diciembre de 1973, cosechó un éxito rotundo de crítica y público, erigiéndose como un clásico del cine de terror. Muchos espectadores sufrieron desmayos durante la proyección y todo el mundo se rindió ante la increíble actuación de Linda, que fue recompensada con un Globo de Oro a la mejor actriz de reparto y recibió una nominación al Oscar en la misma categoría. 
Su carrera prometía y la chiquilla no tardó en recibir otras ofertas cinematográficas, aunque jamás logró regresar a la gloria. La fama hizo su vida imposible, según aseguró en más de una entrevista. Los escándalos sexuales, las drogas y las depresiones hicieron mella en una trayectoria artística que se ha visto reducida a esporádicas apariciones en telefilmes o series de televisión. Al margen de la industria del espectáculo, Blair ha escrito un libro de recetas para veganos titulado Going Vegan; ha creado su propia línea de ropa llamada Linda Blair’s Wild West Collection y fundó la institución Linda Blair WorldHeart Foundation, orientada a la protección de animales abandonados. (Fuente: La Vanguardia). 

 

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