Los olvidados autores de la "mejor canción de todos los tiempos". Quentin Tarantino es eterno candidato a las listas de cineastas
controvertidos, pero ningún melómano le reprochará que desempolvase Stuck in the Middle With You, un clásico de 1972, como uno de los temas centrales para Reservoir Dogs. Aquella pieza adictiva (“la mejor canción de todos los tiempos”, según Paul Simon) había sido definida por la revista Rolling Stone
como “el mejor single que podría haber escrito Dylan desde 1966”, pero
en su día no superó el número 6 en las listas estadounidenses y,
entrados en los noventa, solo los más avispados la conservaban en su
santoral. La maniobra insufló vida eterna al tema (en origen, una
andanada contra los mánagers sin escrúpulos) y descubrió a varias
generaciones el nombre de Stealers Wheel,
la que pudo y debió haber sido una de las mejores bandas escocesas de
todos los tiempos. Todo acabó saliendo bastante mal, pero las canciones
perviven.
El tándem que integraban Gerry Rafferty y Joe Egan, amigos de infancia en la tosca ciudad de Paisley (periferia
de Glasgow), permaneció en activo entre 1971 y 1975 y encontró tiempo
para grabar tres álbumes: Stealers Wheel (1972), Paisley Park (1973) y Right or Wrong
(1975). Todos ellos fueron muy difíciles de localizar durante largos
años, en particular el tercero, pero una caja que los recupera ahora de
manera conjunta —con el añadido de tres temas para la BBC— se ha
convertido en una de las ambrosías recientes más apreciadas entre los
coleccionistas de pop clásico. Y no es para menos, porque Egan y Rafferty lo tenían todo para erigirse en la respuesta europea a los Everly
Brothers o Crosby, Stills, Nash & Young. Solo que múltiples factores
se alinearon en su contra: colisiones de egos, excesos con el alcohol,
músicos de estudio poco motivados, problemas de salud.
La bebida se convirtió pronto en el talón de Aquiles de Gerry, hijo de
un minero alcohólico y violento. De niño, tenía que esperar en la calle a
que su padre se quedara dormido para subir a casa: el espectáculo era
muy poco edificante escaleras arriba. Cuando murió a los 63 años de un
fallo de hígado, en enero de 2011, la adicción había menguado seriamente
sus finanzas. Y eso que solo Baker Street (1978), el enorme
éxito de su primer LP solista tras Stealers Wheel, le proporcionaba unos
90.000 euros anuales en concepto de derechos de autor.
Entre 1975 y 1978, ni Rafferty
ni Egan, los dos hasta entonces amigos de infancia, pudieron publicar
ningún trabajo discográfico, enzarzados en disputas legales por el
legado de Stealers Wheel. De hecho, el canto de cisne del dúo, Right or Wrong, se publicó con la banda ya disuelta y solo para liquidar los compromisos contractuales con el sello.
Pero casi nadie les prestó suficiente atención. Rafferty lidió con una depresión que le hizo abandonar durante varios meses la
banda entre el primer y el segundo disco. Las tensiones con Leiber y
Stoller estallaron cuando estos se empeñaron en convertir Everything Will Turn Out Fine en un sucedáneo de Stuck in the Middle, palmadas incluidas. La maravillosa Star,
del segundo álbum, no pasó del puesto 25 en listas. El autor de Star, Egan, se estrenó en solitario con menos impacto que su compañero (Out of nowhere, 1979), aunque la canción Back on the Road llegó a ser bastante tarareada. Tras el fracaso del segundo disco, el extrañamente anodino Map
(1981), se retiró de la circulación para regentar en Renfrewshire un
negocio editorial. Una opción respetable, pero frustrante tras haberle
escuchado preciosidades como No Time For Sorrow, Freeze o The Last
Farewell. Otra prueba de que casi todo, en lo tocante a Stealers Wheel,
desembocó en frustración. (Fuente: El País).
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