Realmente, si Free Bird
nunca hubiera sido compuesta (estaba dedicada a Duane Allman que había fallecido en un accidente de moto), habría que inventársela. Y es que sólo
puede definirse como uno de los tótems del rock. Planteada
inicialmente como una balada, su estructura in crescendo acababa transformándola en un potentísimo tema de rock duro en una espectacular sucesión de órgano, piano, guitarras slides y un larguísimo solo que tenía la rara virtud de no hacerse en absoluto largo o pesado.
Publicada inicialmente en 1973 dentro del primer álbum de la formación Lynyrd Skynyrd (aquel cuyo famoso subtítulo
precisaba cómo debía pronunciarse el nombre del grupo, algo así como leh-nerd skin-nerd), se lanzó como single mucho más tarde, en noviembre de 1974.
A pesar de que sus resultados en listas fueron relativamente discretos
-apenas entró en el Top 20-, el tema iba a alcanzar muy pronto el
estatus de clásico. Para cuando se volvió a editar en directo en 1976, ya estaba a punto de entrar en la leyenda.
Así que no es de extrañar que hoy esté considerada como una de las canciones
más valoradas de cualquier ránking de la música rock. Además, como prueba de su presencia en el imaginario popular
dentro del mundo anglosajón, existe la recurrente broma por parte del
público de pedir a cualquier artista sobre el escenario que se marque Free Bird, lo cual mortifica a muchos músicos, especialmente si no son unos grandes virtosos.
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