El
argumento gira en torno a la comisaria Thorblad, que regresa después de siete
años al lugar donde su hija Josefine desapareció en un lago del bosque. El
cuerpo nunca fue encontrado y se cree que se ha ahogado. Ahora un niño
desapareció sin dejar rastro y Thornblad quiere averiguar si hay un enlace con
la desaparición de su hija. Al mismo tiempo, ella se hará cargo de la herencia
de su padre, el gran empresario Johan Thornblad.
Como
ya ocurre con otras series nórdicas, la ambientación es uno de los extras. En
este caso Jordskott traduce unos parajes y unos tonos que embriaga al
espectador desde el minuto uno. Una atmósfera cargante, gris, fría y oscura que
produce una rica mezcla de sensaciones; entre el desasosiego, la perturbación y
el miedo.
Tras
recorrer los primeros minutos por Jordskott nos da la sensación que
estamos viendo otra ‘típica’ serie policiaca de misterio, pero al llegar al
final del episodio piloto esto estalla y se abre ante nosotros un nuevo
universo. A partir de aquí la conjugación de géneros se va hacer de forma
maestra y sutil.
La serie inspira miedo pero no terror y, es que Jordskott maneja
magistralmente lo oculto, lo que no se ve. Sabe jugar a la perfección con los
sonidos y el fuera de campo; insinúa, jugando con el espectador logrando
tensión y misterio a partes iguales.
Cuando
terminas Jordskott tienes la sensación de haber visto algo especial, algo
difícil de comparar con cualquier otra ficción.
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