Que Van Morrison ocupa algunas de las páginas más brillantes en la
historia de la música popular desde los años sesenta hasta nuestros días
no es noticia. Es de sobra conocida su habilidad para escribir hermosas
canciones e interpretarlas con un tono de voz sencillamente
irresistible. Nadie canta como Van Morrison, nadie estremece como lo
hace el León de Belfast. Pero poco, o no lo suficiente, se ha hablado
hasta la fecha de su faceta en lo que a producción lírica se refiere.
“Van Morrison: Toma interior” desgrana con delicadeza y detalle
una tercera parte de sus textos a lo largo de cincuenta años, una
oportunidad perfecta para deleitarse con historias y canciones que
llevan acompañándonos toda una vida.
“Van Morrison: Toma interior” (Malpaso, 2016), con edición a cargo
del profesor de filología inglesa y especialista en la historia y
cultura irlandesa Eamonn Hughes, reúne por primera vez en edición
bilingüe la obra fundamental de este maestro de la canción contemporánea
en una antología bastante representativa de la obra del ¿cantautor?
irlandés. A lo largo de sus 360 páginas, y escogidas por el propio
Morrison, están “las letras de algunas de las canciones compuestas a lo
largo de más cincuenta años en la carretera y, como tales, entiendo que
son representativas de mi viaje creativo”. Uno observa el crecimiento
creativo y vital del autor, su memoria infantil, los ecos de juventud,
su viaje iniciático hacía una mística inalcanzable, su pasión por la
radio dueña de su primer amor por la música o la llegada de la madurez,
canciones y textos siempre entre lo espiritual y lo ordinario, letras
que desde una posición personal alcanzan de la mano de Morrison una
dimensión universal.
Coincide la publicación de este libro con una nueva distinción para
Van Morrison. El pasado 4 de febrero fue ordenado Caballero del Imperio
Británico por el príncipe Carlos en el palacio de Buckingham por sus
servicios a la industria de la música y al turismo en Irlanda del Norte.
El prólogo lo firma el escritor escocés Ian Rankin, quien
atinadamente ofrece luz a la obra de un cantautor diferente: “En
‘Songwriter’ (1995) Van Morrison implora a su público “Please, don’t
call me a sage, / I’m a songwriter” (No me llames sabio, / sólo soy un
cantautor). Y así es, pero no todas las letras de los cantautores
destilan tanto embrujo al despojarlas de la música. Sus palabras trazan
su recorrido vital, de Belfast a Boston y más allá. Sentirás que lo
conoces más después de leerlas. Mejor aún, te llevarán de vuelta a su
música, música que sosiega el alma”.
El libro, en una exquisita y gozosa edición, ofrece las letras en inglés y, como es habitual en ediciones bilingües,
en su traducción al castellano no se aspira a recrear los recursos
formales del texto original, respetando en todo momento la cadencia
poética de Morrison. Aquí las letras traducidas actúan como instrumentos
para entender verso a verso el sentido del texto original. Es un libro
para disfrutar a pequeños sorbos, leer monumentos en verso nunca conoció
la prisa, una experiencia que se vuelve completa si además uno acompaña
la lectura con la música de Morrison.
Aquí encontraremos de nuevo para nuestro gozo la historia de
‘Gloria’, ‘Brown eyed girl’, ‘Into the mystic’, ‘Days like this’, ‘Have I
told you lately that I love you’ y tantas otras bellas historias
asociadas de manera indisoluble a nuestra existencia. Aparece también
“Tupelo Honey”, canción de la que Bob Dylan dijo: “Siempre ha existido, y
Van Morrison no fue más que la embarcación, el vehículo terrestre para
tan alta misión”. (Fuente: EfeEme.com).
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