Estrellas sin estatuilla. Jamás fueron nominados, pero estuvieron tan cerca del pequeño
hombrecillo dorado que incluso lo sostuvieron con sus manos. En la
historia del cine figuran como ganadores mayúsculos; en la de la
Academia de Hollywood, como apoyos secundarios
Marilyn Monroe, Rita Hayworth, Cary Grant y Marlene Dietrich.
Fueron el verdadero Hollywood dorado, sin cartón ni tampoco trampa,
astros que brillaron con luz propia en el universo cinematográfico del
siglo pasado. Sin embargo, la Academia nunca llegó a verlo claro. Coquetearon con el pequeño hombre trofeo apoyado en una espada sobre un pedestal, pero jamás regresaron a su casa con él bajo el brazo.
La gala de 1951 fué la única a la que asistió la tentación rubia. Era todavía entonces una prometedora aspirante a estrella que fué reclamada para entonar sobre el escenario el nombre del ganador en la categoría de Mejor Sonido. El retorcido destino hizo que Marilyn acabase entregándole el Óscar a "Eva al desnudo", un título en el que ella misma había aparecido como secundancia. En su discurso no levantó la mirada del papel. Empezaba a despegar. La canción con la que fué recibida, "Oh, My beautifull doll", casi como una premonición, anticipada lo que Marilyn Monroe acabaría siendo para Hollywood, solo una muñequita linda.
Tampoco Rita Hayworth era una habitual de los Oscars. En 1959 todos los protagonistas de "Mesas separadas" fueron nominados menos la actriz, un implacable varapalo para el que acabaría siendo uno de los mitos más imperecederos de Hollywood. Jamás consiguió la estatuilla, pero en 1963 la rozó con los dedos. No para agenciársela, sino para entregársela a Tony Richardson como Mejor Director por "Tom Jones". La enfermedad de Alzheimer, que ya padecía entonces sin saberlo, le hacía aparentar muchos más años de los 45 que realmente tenía y enredaba tanto su memora que ya le resultaba imposible rodar una película. Los medios de la época fueron especialmente crueles con ella al llenar páginas y páginas con críticas a su nerviosismo en la gala y su errónea pronunciación del nombre del ganador -Richard por Richardson-. Rita, a pesar de todo, no había perdido ni un ápice de aquella magia que le haría legandaria.
En 1956, la Academia decidió premiar a Ingrid Bergman después de haber sido repudiada por Hollywood y América entera cuando en 1949 abandonó a su marido y a su hija y se fué a Italia a vivir su historia de amor con Roberto Rossellini. Regresó y protagonizó un interesante papel en Anastasia que le valió el Óscar. Los Ángeles la había perdonado. Un valiente y elegante Cary Grant subió al estrado a recoger el galardón en su nombre. Fué uno de los momentos de su vida que más cerca estuvo fisicamente de él. Nominado dos veces nunca lobro hacerse con uno específico. Pero el tiempo, sabio, dispuso todo en su lugar adecuado y en 1970 le brindó el Óscar honorífico a su trayectoria profesional.
Marlene Dietrich fué nominada a mejor actriz en 1931 por Marruecos, pero el galardón recayó en las manos de Marie Dressler por su trabajo en "La fruta amarga". La Academia nunca más se acordó de ella, los asistentes a sus ceremonias anuales si. En 1951, bajo los compases de la banda sonora del "El ángel azul" y presentada por el genial guionista Charles Brakett, Dietrich apareció deslumbrante, enfundada con un elegante traje negro, exquisitamente peinada y maquillada. Ella, que había sido tachada peyorativamente en sus comienzos de "extranjera", pero que obtuvo el perdón al nacionalizarse como norteamericana e ir contra la Alemania de Hitler, presentó precisamente el premio a la mejor película extranjera.
No fueron los únicos. A las puertas del reconocimiento oficial se quedaron también los actores Charlie Chaplin, Alfred Hitchcock, Carole Lombard, Fred Astaire, Greta Garbo, Lauren Bacall, James Dean, Richard Burton, Natalie Wood, Judy Garland y Peter O`Toole, y los directores Orson Welles, Robert Altman y Stanley Kubrick.
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