Música y Cine (La cara oculta) 
La icónica cantante del grupo The Mamas & The 
Papas, que rompió barreras en la industria musical de la época al 
triunfar mientras desafiaba los cánones de belleza establecidos, fue 
víctima, sin embargo, de la discriminación más cruel y generalizada por 
razones de peso. Una bofetada perpetuada por los bulos y las bromas casi
 50 años después de su fallecimiento.
‘Mama’ Cass –nacida como Ellen Naomi Cohen– solo tenía 32 años en aquel 
julio de 1974. A pesar de su temprana edad, la joven de Baltimore ya se 
había convertido en un icono contracultural de los sesenta a nivel 
global y emblema del movimiento hippie gracias a su rol como vocalista 
de la banda responsable de éxitos como California Dreamin’ o Monday Monday.
 Había sido madre soltera y se había casado y divorciado en dos 
ocasiones –la primera para ayudar a un amigo a no ser reclutado para ir a
 la guerra de Vietnam– y tras la disolución del grupo vislumbraba una 
prometedora carrera como cantante en solitario. La gira arrancaba con 
una serie de conciertos en Londres, dos semanas con todas las entradas 
ya vendidas. La tarde del 28 de julio, mientras se echaba una siesta en 
su apartamento del barrio de Mayfair antes de acudir al teatro, Elliot 
falleció a causa de un ataque al corazón. Como buena estrella del rock, 
no tardaron en diseminarse rumores a cada cual más loco sobre su muerte:
 que si esperaba un bebé de John Lennon, que si era un complot del FBI… 
Pero el hallazgo de un sándwich de jamón en su mesita de noche a medio 
terminar dio pie a un chisme que no solo caló en los medios de la época,
 sino que casi medio siglo después sigue teniendo que ser desmentido: 
Cass Elliot, que se había atrevido a desafiar los cánones de belleza 
durante su carrera, murió atragantada mientras se comía un sándwich.
Como si del castigo al pecado capital de la gula se tratase, el público 
no dudó en dar pábulo y aceptar como válido el rumor. Daba igual que 
medios como el New York Times
 lo desmintieran apenas unos días después por voz de los especialistas 
que la trataron, era ‘lógico’ que una de las mujeres con obesidad más 
famosas de su tiempo fuera una glotona, que devorara los alimentos y 
que, por tanto, se atragantara con uno de ellos. Se convirtió en el 
objeto de todos los chistes. “Para mi familia ha sido muy difícil lidiar
 con el rumor del sándwich. Es como una última bofetada a la señora 
gorda. La gente se cree que es gracioso. ¿Dónde está la maldita 
gracia?”, se preguntaba Owen Elliot, única hija de la cantante, en The Guardian.
 Un vistazo rápido por las redes sociales ratifica que las bromas 
respecto al infundio siguen vigentes hoy en día, aunque las nuevas 
generaciones parecen querer hacer justicia: Make Your Own Kind Of Music, su mayor hit en solitario y que ya fue recuperada por la serie Lost (Perdidos), es hoy un repentino exitazo en TikTok con ciertos de usuarios utilizando este himno como banda sonora de sus vídeos.
La estadounidense había tenido que enfrentarse durante toda su carrera a
 una gordofobia cruel, constante y generalizada. Ella trataba de 
esconderlo bajo una capa de humor, según recuerda  su amiga Sue Cameron. “Para Cass era horrible ser denominada como ‘la 
gorda’ de The Mamas & The Papas mientras que Michelle (Phillips, la 
otra vocalista) era ‘la guapa’. La gente le decía eso a Cass a la cara y
 ella tenía que tragárselo y sonreír”. Era el objeto del chiste hasta en
 las canciones de su propia formación y las malas lenguas dicen que, en 
los comienzos, no querían contar con ella por su sobrepeso. “Nadie está 
engordando excepto Mama Cass”, cantaban en su tema de 1967 Creeque Alley.
 El fundador del cuarteto, John Phillips, confesó que la presión social 
por adelgazar hacía mella en Cass y la llevaba a someterse a dietas tan 
extremas como peligrosas, que acabarían deteriorando sin remedio su 
sistema cardiovascular. En 1968, tras hacer ayuno durante cuatro días a 
la semana y perder hasta 55 kilos, Elliot acabó ingresada en el 
hospital. “He sido gorda desde los siete años y eso te marca de por 
vida”, llegó a afirmar.
La propia Sue Cameron, que trabajaba entonces como periodista para The Hollywood Reporter,
 fue la responsable de escribir el artículo que relacionaba el sándwich 
de jamón con la muerte de su amiga. Lo hizo por encargo del 
representante de la cantante, Allan Carr, que trataba de salvar la 
reputación de la artista y huir así de hipótesis que relacionaran su 
fallecimiento repentino con el consumo de drogas. En la autopsia no se 
encontraron restos de estupefacientes, tampoco de alimentos en la boca o
 tráquea. “Mucha gente hoy en día sigue sin darse cuenta de que lo del 
sándwich no es verdad. Aunque he repetido y escrito que era mentira, 
sigue circulando. Nunca pensé que iba a extenderse durante tanto 
tiempo”, se excusó Cameron.
A pesar del escarnio social al que tuvo que enfrentarse, Mama Cass no 
solo se alzó con su voz angelical a los cielos de la escena folk, 
también se convirtió en un referente de la estética boho-chic y rompió 
las barreras de la normatividad en la industria, cimentando el camino 
para sucesoras recientes como Adele o Lizzo. No muchas se atrevían en la
 década de los sesenta a posar desnudas y tatuadas en las portadas de 
las revistas, dejando un impacto más que “significativo” en las 
adolescentes con problemas de peso de su época. Que una mujer famosa 
mostrara su sobrepeso en los medios de comunicación sin arrepentimiento o
 constricción suponía un atentado contra la moralidad de la época. Así 
lo confirma la periodista Lexi Pandell en la edición estadounidense de 
la revista Vogue:
 “Cass Elliot fue una mujer muy adelantada a su tiempo. Expresó ideas 
sobre la maternidad, el sexo, la celebridad y la feminidad que incluso 
hoy en día algunas serían calificadas somo radicales”. Su influencia fue
 reconocida para la eternidad el pasado mes de octubre, cuando se 
inauguró su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood casi 50 años 
después de su muerte. (Fuente: El País).
 


 
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